12 de mayo, Día del Tercer Sector Social de Euskadi
Artículo de opinión de Pablo González, Presidende de Sareen Sarea, con motivo del 12 de mayo, Día del Tercer Sector Social de Euskadi.
El 12 de mayo se celebra el Día del Tercer Sector Social de Euskadi. Una fecha en la que la sociedad civil organizada celebramos y visibilizamos el importante tejido social que, en colaboración con las instituciones públicas y otros agentes, contribuye al avance hacia una sociedad más justa, solidaria, cohesionada y participada. Lamentablemente, este año no hemos podido juntarnos para celebrar nuestro día. El azote del Covid-19 nos ha sumergido en una nueva realidad en la que prima el distanciamiento social como una de las medidas preventivas más importantes en la lucha contra la pandemia.
Sin embargo, las organizaciones del tercer sector social de Euskadi no han mantenido las distancias: miles de profesionales y personas voluntarias han realizado un esfuerzo extraordinario para ayudar a las personas más vulnerables. Nuestras organizaciones se han volcado en dar respuesta en la calle y en los dispositivos habilitados para ello a las personas sin hogar; en hacer llegar la medicación a las personas que la necesitan; responder a las necesidades de las familias que pierden su empleo precario y no pueden hacer frente a los gastos de vivienda; atender a las personas mayores y con discapacidad en los centros residenciales o con intervenciones de apoyo en sus viviendas de manera presencial o telemática; prestar asistencia psicológica; y servir de canal para que fluya la solidaridad, tan necesaria y tan presente en nuestro país, de manera organizada, con iniciativas compartidas como Guztion Artean.
Por todo ello, ahora más que nunca, queremos mostrar nuestro reconocimiento y dedicar, también, nuestro aplauso al compromiso de todas las personas que están en la primera línea de la intervención social, además de la sanitaria. Personas que han vivido momentos muy difíciles, con escasez de equipamientos de protección y de recursos, pero que, a pesar de todo, se han volcado en atender a las personas más vulnerables.
Esta crisis sanitaria ha derivado en una crisis social y económica de impredecibles consecuencias sociales y económicas. Pasado el momento de emergencia, tenemos un gran reto por delante: personas, familias y colectivos con nuevas necesidades y viejas necesidades agravadas por esta crisis. Hemos identificado sus perfiles, conocemos las problemáticas, hemos dado una respuesta de urgencia, pero ahora toca preparar respuestas eficaces y diseñar itinerarios para que el regreso a la nueva normalidad, sea en su caso, una oportunidad para la inclusión social y el ejercicio efectivo de derechos fundamentales.
Es esencial que busquemos espacios comunes para pensar en soluciones, para hacer frente a las consecuencias socioeconómicas y la exacerbación de la desigualdad que nos amenaza tras la crisis del coronavirus.
A la vez que nos acercamos a una “nueva normalidad”, aumenta nuestra preocupación por las consecuencias sociales, económicas y de salud pública. Estamos a las puertas de un escenario lleno de incertidumbres, pero sabemos que el camino que tenemos que recorrer será largo y difícil. Los efectos del Covid-19 en sectores tan esenciales como el empleo, la sanidad o los servicios sociales ponen de manifiesto la urgente necesidad de reforzar las políticas públicas para proteger a las personas más vulnerables.
En este sentido, desde las organizaciones del tercer sector social, subrayamos la necesidad de articular una respuesta solidaria que impulse y favorezca el mantenimiento de los vínculos sociales. Frente al aislamiento y al individualismo, la solidaridad debe promocionar la búsqueda del bienestar colectivo.
De igual modo, y en un momento en el que los recursos públicos pueden verse menguados por la crisis económica, es más necesario que nunca poner en valor la necesidad de inversión social, de sistemas de protección social y de la salud vigorosos, y de políticas de protección social públicas garantistas para que nadie se quede atrás.
Aunque todavía seguimos en un contexto de agitación e incertidumbre, hay esperanza. El tercer sector social tiene sobrada experiencia en trabajar en entornos desafiantes. Podemos activar sinergias y contamos con el capital humano y el potencial transformador necesario para plantear alternativas disruptivas ante un escenario cambiante. Entre todas y todos podremos conseguirlo, hagamos que pase.