Entrevista a Concha Clavero, Sareen Saria 2025

Concha Clavero Molina ha recibido el premio Sareen Saria 2025 como reconocimiento a toda una trayectoria en favor de la inclusión social, la igualdad de género y la construcción de alianzas sólidas entre entidades sociales e instituciones públicas. Referente dentro y fuera del sector, ha sido una figura clave en el impulso de entidades sociales como Sartu o Erroak.

Desde Sareen Sarea hemos querido felicitarle por este merecido reconocimiento y charlar con ella sobre su trayectoria, los retos del sector y el papel de las administraciones en la construcción de una gobernanza colaborativa.

En primer lugar, zorionak, Concha. Este año recibes el premio Sareen Saria por tu compromiso y trayectoria en la construcción de una Euskadi más justa, inclusiva y solidaria. ¿Qué significa para ti este reconocimiento del Tercer Sector Social de Euskadi?

La verdad es que me produce muchos sentimientos a la vez: alegría, sorpresa, honor… Y también un “pero si no ha sido para tanto”.

Has tenido un papel clave en el impulso de programas como Sartu o Erroak, en un contexto de crisis y exclusión social. ¿Qué aprendizajes destacarías de aquellos primeros años de lucha y organización social?

En cuanto a Sartu, destacaría sobre todo dos cosas: el aprendizaje constante y el trabajo en equipo. Éramos personas jóvenes que acabábamos de terminar nuestras carreras (psicología, pedagogía, trabajo social…) y nos embarcamos en un proyecto novedoso, sin apenas referentes. Aprendimos desde cómo relacionarnos con las personas a las que nos dirigíamos, identificar necesidades, elaborar proyectos y presentarlos a la administración… hasta cómo crear una asociación o hacer un plan de contabilidad.

Hicimos de todo, todas las personas, y cada cabeza era necesaria. Sartu nació bajo el paraguas del entusiasmo, la motivación y el compromiso. Aprendimos compartiendo ideas —a veces locas, a veces geniales— que nos llevaban a buen puerto. También hubo muchas risas. Esa confianza y apoyo entre nosotras, entre las cuatro entidades que forman Sartu, ha sido fundamental para nuestra trayectoria.

Además, junto con otras entidades del Tercer Sector, vimos la necesidad de unirnos, de compartir dificultades y trabajar en red. De ahí surgieron estructuras territoriales y supraterritoriales que han permitido un mejor desarrollo de proyectos y organizaciones.

«Sartu nació bajo el paraguas del entusiasmo, la motivación y el compromiso».

Una parte fundamental de tu trayectoria ha estado marcada por la colaboración con las administraciones públicas. ¿Qué claves crees que son necesarias para construir una verdadera gobernanza colaborativa? ¿Qué condiciones deben darse para que sea real y transformadora, y no se quede en una declaración de intenciones?

Todo lo que hemos hecho desde Sartu, y lo que el Tercer Sector Social ha hecho y puede seguir haciendo, es inviable sin el compromiso y la implicación de las administraciones públicas. Nos necesitamos. Pero esa necesidad tiene que apoyarse en unos cimientos sólidos para que podamos hablar realmente de gobernanza colaborativa.

Deberían impulsarse procesos conjuntos entre el sector y las administraciones, donde cada parte aporte su conocimiento, metodologías y herramientas. Cada cual desde su mejor hacer, con el objetivo común de identificar y superar las necesidades de las personas. Y esos cimientos tienen que estar relacionados con la confianza, el compromiso, la motivación, la valoración mutua, el trabajo en red y la transversalidad.

“Nos necesitamos. El Tercer Sector Social y las administraciones públicas tenemos que construir desde la confianza y el compromiso”.

Desde tu experiencia, ¿cómo debería evolucionar la relación entre el Tercer Sector Social y las instituciones para lograr políticas públicas más justas y eficaces?

La relación es buena. Llevamos años colaborando y hay un reconocimiento claro por parte de las instituciones. Pero hay aspectos que sería importante gestionar de otra manera.

En el Tercer Sector trabajamos con muchas incertidumbres. Muchas veces no sabemos si un servicio o proyecto tendrá continuidad, lo que genera doble dificultad: con las personas a las que atendemos —porque no sabemos hasta dónde podremos comprometernos— y como organizaciones empleadoras —porque tampoco sabemos cómo sostener al personal—.

Nuestra relación con la administración está, en muchos casos, muy condicionada por la licitación temporal y la concurrencia competitiva, y eso tiene muchos inconvenientes. Nos lleva a contradecir muchos de los valores que decimos defender: la colaboración, la solidaridad, el compromiso… ¿Cómo mantenemos todo eso si tenemos que competir entre nosotras, rebajando presupuestos y justificaciones, a veces frente a entidades con ánimo de lucro?

La administración debe supervisar y garantizar el cumplimiento de los objetivos, claro. Pero también debe apostar por vías más coherentes, como la concertación, que se ajustan mejor a los valores y metodologías que promovemos.

“La colaboración, la solidaridad o el compromiso no se pueden sostener si nos vemos obligadas a competir entre nosotras».

También has sido una voz firme desde el feminismo dentro del sector. ¿Qué importancia crees que tiene incorporar la mirada feminista en la gestión y organización de las entidades sociales?

Es fundamental. Somos la mitad de la población y, en este sector, el porcentaje de mujeres es incluso mayor, aunque no siempre eso se refleja en los puestos de dirección. Hablo también desde otras mujeres cuando digo que teníamos la capacidad, el conocimiento y que podíamos hacerlo. Y lo hemos hecho. Nos lo debíamos a nosotras y a las demás.

Gracias a esa mirada feminista, hemos identificado problemas, creado espacios seguros, diseñado recursos específicos para mujeres, promovido formaciones en igualdad y acompañado procesos de empoderamiento. Creo que con la mirada feminista hemos ganado todas y todos.

“ En este sector, el porcentaje de mujeres es mayor, aunque no siempre eso se refleja en los puestos de dirección”.

Aunque accediste a la jubilación el año pasado, sigues implicada en iniciativas sociales. ¿Qué te mueve a seguir participando?

No sé cómo explicarlo mejor, pero me hace sentir bien. Que acabe la vida laboral no significa que desaparezcamos como personas. Seguimos siendo quienes somos: madres, amigas, militantes… Y seguimos necesitando pertenecer, sentirnos útiles, dar y recibir cuidados. Esa parte no desaparece, y quiero seguir compartiéndola.

“Tenemos que mirar hacia dentro y hacia afuera. Cada persona es única y cuidar, acompañar y compartir es parte fundamental del trabajo”.

¿Qué legado te gustaría dejar en las nuevas generaciones del sector?

Que somos personas que trabajamos con personas. Que hay que mirar hacia dentro y hacia afuera. Que cada persona es única. Y que cuidar, cuidarnos, acompañar y compartir no son añadidos: son parte fundamental del trabajo.

Para terminar, ¿qué mensaje te gustaría compartir con las redes y entidades que forman parte de Sareen Sarea de cara al Día del Tercer Sector Social de Euskadi?

Que es un día importante, sí, porque reconoce nuestra labor. Pero que todos los días lo son. Porque este trabajo se hace día a día, con más incertidumbres que certezas, pero con intensidad y con vida. Y que hay que seguir. Porque lo que buscamos, al final, es una sociedad más igualitaria, plural e inclusiva.