Las organizaciones del TSSE hemos demostrado una gran capacidad de adaptación al cambio, ofreciendo respuestas ágiles ante la pandemia
Artículo de opinión de Borja Doval, presidente de Sareen Sarea, con motivo del Día del Tercer Sector Social de Euskadi 2021.
El 12 de mayo conmemoramos el Día del Tercer Sector Social de Euskadi. Una fecha en la que la sociedad civil organizada celebramos y visibilizamos la importancia del tejido social que contribuye al avance hacia una sociedad más justa, solidaria y cohesionada. Una labor que realizamos en colaboración con las instituciones públicas y otros agentes. El año pasado no pudimos juntarnos debido a la crisis sanitaria que azotó al mundo. Hoy, adaptadas a las circunstancias actuales, celebramos nuestro día a la vez que lo compartimos con toda la sociedad a través de nuestras redes sociales.
Aunque no lo deseábamos, la pandemia continúa ocupando un lugar importante en nuestras vidas. Hoy es un día en el que queremos reivindicar la presencia y la resiliencia del Tercer Sector Social de Euskadi, que ha dado lo máximo para cumplir con su compromiso con la sociedad. Somos un sector esencial que protege a las personas más vulnerables. En todas las crisis, y también en esta, la labor de las entidades sociales es ingente y fundamental para la continuidad y el bienestar de la sociedad. Nuestro trabajo a pie de calle, nos permite un conocimiento directo del alcance real de los problemas generados por la pandemia.
Aferrarse únicamente a las soluciones de siempre no funciona en contextos de crisis. Esta pandemia lo ha hecho evidente y las entidades sociales de Euskadi, casi 4.000 organizaciones, hemos demostrado una gran capacidad de adaptación al cambio, ofreciendo respuestas ágiles en un entorno en constante cambio. Hemos tenido que habilitar respuestas inmediatas y de urgencia para atender nuevas necesidades sociales sumadas a las respuestas que día a día ofrecemos, agravadas por efecto de la crisis. Más de 38.000 profesionales y 138.000 personas voluntarias, en nuestro sector, dan hoy y siempre lo mejor de sí mismas a la sociedad.
La pandemia ha causado una crisis sanitaria, social y económica sin precedentes, ocasionando un aumento en los niveles de pobreza y desigualdad, junto con importantes pérdidas de desarrollo social. Una situación inédita que afecta doblemente a las personas, familias y colectivos más vulnerables. Sin embargo, esta crisis también ha generado oportunidades para poner en marcha nuevas formas de atención e intervención que nos permitan avanzar hacia una sociedad más justa, solidaria, inclusiva y cohesionada.
Estas oportunidades han venido acompañadas de grandes dificultades para las organizaciones, poniendo en riesgo la sostenibilidad de muchas de ellas. El pasado año más del 80% de los servicios de atención de las entidades sociales se vieron obligadas a modificarse o reorientarse. En ese contexto de renovación y adaptación, las organizaciones del tercer sector social somos generadoras de proyectos de innovación social, no en vano, somos precursoras de modelos de intervención cada vez más extendidos. Durante este tiempo y como siempre hacemos hemos puesto a la persona en el centro, basados en la calidad de vida, el compromiso ético y la gestión avanzada.
Si bien la resiliencia, en el momento más duro de la pandemia, consistió en hacer frente a los problemas más inmediatos, ahora toca adaptarnos a los desafíos sociales y económicos para darles respuestas transformadoras y estructurales. Es necesario reconstruir una sociedad fuertemente golpeada por el impacto de la Covid-19. El sistema de protección social no solo debe tener como objetivo eliminar las consecuencias negativas de los riesgos sociales, sino también buscar desarrollar la prevención de los mismos.
Transitar hacia una política de cuidados acorde a los estándares de los países más avanzados de Europa, eliminar la brecha de género y la digital, impulsar la detección, acompañar y prevenir la soledad no deseada, atender los efectos de la destrucción de empleo, avanzar en la colaboración con los pueblos más vulnerable, combatir eficazmente la exclusión y la pobreza, eliminar las barreras y construir una sociedad más inclusiva son algunos de los desafíos sociales a abordar.
Durante este año de pandemia hemos ensayado buenas prácticas de colaboración y cooperación entre el sector social y las administraciones públicas. Es absolutamente necesario seguir profundizando en esa vía. Del mismo modo, las instituciones públicas deben garantizar una base sólida que permita a las entidades de iniciativa social tener una estructura económica futura estable y suficiente para seguir atendiendo a la diversidad de personas, familias y colectivos con la misma garantía y solvencia.
Las alianzas y el trabajo en red son fundamentales para poder seguir conteniendo el impacto de ésta y de futuras crisis, trabajando por un desarrollo resiliente, inclusivo y trasformador. Continuamos trabajando por una sociedad más justa, solidaria, inclusiva, cohesionada y siempre desde la defensa de derechos.
Borja Doval Fernández-Cormenzana, presidente de Sareen Sarea