Artículo de opinión de Borja Doval, presidente de Sareen Sarea
El 12 de mayo conmemoramos el Día del Tercer Sector Social de Euskadi. Una fecha en la que la sociedad civil organizada celebramos y visibilizamos la importancia del conjunto de entidades sociales y redes que contribuyen al avance hacia una sociedad más justa, solidaria y cohesionada. Una labor que realizamos en colaboración con las instituciones públicas y otros agentes.
En el actual contexto de incertidumbre global, queremos recordar y poner en valor el trabajo de las organizaciones sociales. Queremos reivindicar el camino que entre todas estamos construyendo hacia una Euskadi más justa, diversa e inclusiva. Somos un sector esencial que protege a las personas más vulnerables. Más de 4.000 entidades, que agrupan a más de 160.000 personas voluntarias y 40.000 personas empleadas, dan hoy y siempre lo mejor sí mismas.
La solución a los desafíos presentes y futuros requiere la colaboración y participación de la sociedad, incluyendo la iniciativa social organizada. Retos que requieren de la colaboración de nuestro sector con las instituciones y otros agentes, para buscar soluciones solidarias a la transición demográfica, la crisis del modelo de cuidados, la desigualdad social o la transición digital.
En lo que concierne a este último, las organizaciones del Tercer Sector Social de Euskadi se encuentran en un contexto de creciente digitalización. Nuestras organizaciones encuentran su motivación para dicha transformación en la mejora de la calidad de vida y el bienestar de las personas destinatarias. Por ello, el sector debe reflexionar sobre cómo cumplir mejor con la misión de estas organizaciones gracias a la transformación cultural que implica vivir en la era digital, manteniendo una perspectiva crítica para no sobreestimar el papel de la tecnología y no generar brechas o fracturas sociales.
El objetivo es, por tanto, impulsar el uso de la tecnología para determinar el valor que aporta, pero manteniendo lo que hace único al tercer sector social: nuestro compromiso humano y la cercanía con los ámbitos sociales en los que actuamos. En este proceso de transformación digital en el que ya se encuentran inmersas un número significativo de entidades sociales vascas, contamos con algunos datos de interés que nos indican los pasos a seguir para poder avanzar hacia un modelo social más justo, solidario e inclusivo.
Según un informe del Observatorio Vasco del Tercer Sector Social sobre la situación actual en torno a la transformación digital, las organizaciones sociales de Euskadi avanzan en este proceso, pero aún hay margen de mejora en cuestiones básicas de infraestructura, conectividad y herramientas avanzadas de tecnología. Los datos muestran que el avance de este proceso se da a un ritmo diferente entre las entidades.
Por destacar algunos aspectos, son las organizaciones más grandes las que tienen una mayor disponibilidad y uso de dispositivos tecnológicos. Sin embargo, el uso de herramientas digitales más avanzadas es limitado en la mayoría de organizaciones. La comunicación y la gestión interna son los ámbitos en los que más se ha incorporado tecnología digital. Además, la estrategia digital y la formalización de la misma son factores determinantes en la incorporación de tecnología digital en procesos de trabajo.
Respecto al impacto de la digitalización social, la brecha digital y la inclusión de las personas más desfavorecidas son preocupaciones recurrentes para las organizaciones. Necesitamos una construcción social de la transformación digital que incluya a las personas y sus necesidades. Por ello, con el objetivo de lograr una transformación digital responsable debemos trabajar en red, desde lo colectivo, con una tecnología compartida y ética, orientada siempre a la transformación social.
Es de gran importancia ser conscientes que esta evolución en términos de digitalización debe de respetar la diversidad, la inclusión y desarrollarse de forma coherente con todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
Una reflexión ética sobre este modelo responsable que incluya la especificidad del Tercer Sector Social es imprescindible, pero no suficiente. Necesitamos recursos financieros y pedagógicos para desarrollar una transformación digital adecuada en nuestras organizaciones. Debemos desarrollar acciones planificadas y contar con personas referentes y líderes digitales para avanzar en este proceso. Un proceso que debe buscar un cambio solidario y transformador, impulsado por nuestro deseo de no dejar a nadie atrás y de construir un futuro sostenible para las generaciones presentes y venideras.